Autora: Hiromi Kawakami
Traductora: Marina Bornas
Editorial: Acantilado
1ª edición: Agosto del 2009
211 páginas.
Huyendo
del ruido y del estrés de la ciudad, perderse en una librería y ojear por sus
rincones puede ser un gesto relajante. Recuerdo con claridad la tarde que entré
en mi particular oasis de papel. Me dejé llevar, como otras tantas veces, por
los susurros de los libros que descansan en los estantes, a la espera de que un
posible lector los escuche, admire su portada, ojee la sinopsis y escoja uno
como compañero de viaje.
Aquella
tarde buscaba algo especial. Acción sostenida, complicados misterios, criptas
ocultas y hechos sangrientos o estresantes no eran argumentos a los que pensaba
dedicar unas cuantas horas de mi tiempo.
Incondicional
y añorada de la pluma de Murakami, mis ojos se detuvieron en el nombre de una
autora que no conocía: Hiromi kawakami. En un principio, el subtítulo de “historia
de amor” me provocó rechazo y, aún, más la banda que abrazaba el libro donde
diversos escritores elogiaban la obra. No tenía ganas de leer historias
edulcoradas que transforman el sentimiento del amor en una farsa, ni en seguir
el juego a las grandes editoriales. La librera se me acercó y me dijo: te
gustará, es precioso. En sus ojos detecté pasión y salí de la librería con el
libro bajo el brazo.
No
me defraudó.
Tsukiko,
narradora y protagonista de la novela, nos cuenta su relación con “el maestro”,
un hombre que le dobla la edad y antiguo profesor de japonés, ya jubilado y
viudo. Dos seres solitarios, que pasan las tardes en tabernas, bebiendo sake,
cerveza y degustando cocina tradicional, crean de forma sutil unos lazos de
comprensión, de silencios compartidos y de separaciones dolorosas que te
atrapan, te invitan a participar de su historia y te conviertes, sin remedio, en
la sombra de sus vivencias.
“El
maletín del maestro”, título original de la obra, es un viaje a la serenidad.
Con la seda de sus palabras, la autora te transporta a una nube que se mece al
ritmo suave y elegante de su estilo.
“Las tinieblas nos envolvían por completo y
nosotros seguíamos hablando sin decir nada. Las palomas y los cuervos ya se
habían refugiado en sus nidos. El maestro me rodeaba con su cálido brazo, y yo
no sabía si reír o llorar. Al final, no hice ni una cosa ni otra. Me
tranquilicé y me acurruqué en sus brazos, en silencio.
Oía los latidos de su corazón a
través de la chaqueta. Nos quedamos sentados en la oscuridad.”
Novela
que no se caracteriza por grandes giros, que es previsible. El crescendo y el
desenlace, tan estudiados para que una novela sea vendible, no son esenciales,
como tampoco importa al lector el pasado de los protagonistas, su vida social,
los personajes o tramas secundarias.
El
pasar de las páginas, con su prosa tierna, despojada de artificio y elegante,
es como estar leyendo un Haiku que encierra la belleza y el asombro de la
naturaleza.
A
pesar de no cumplir con ninguno de los axiomas que, se dice, aseguran el éxito
comercial, “El cielo es blanco…” ya va por su duodécima edición y se ha
convertido en un clásico de la literatura contemporánea.
Kawakami, profesora de biología que inició
su carrera literaria en 1994, es en la actualidad una de las escritoras más
leídas en Japón y ha recibido los premios literarios más reputados. Desde
aquella tarde que salí de la librería con su obra bajo el brazo y leí los primeros
capítulos, tengo su nombre anotado en mi lista de autores incondicionales.
GRISELDA MARTIN CARPENA
28 de junio de 2012
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