Autor: Haruki Murakami
Traductor: Gabriel Álvarez Martínez
Editorial: Tusquets
1ª edición: marzo de 2015
267 páginas
ISBN: 978-84-9066-043-0
Haruki
Murakami a través de editorial Tusquets regala a sus incondicionales lectores con
un nuevo manuscrito, con una nueva dosis de la droga dura que es su narrativa.
“Hombres sin mujeres”, preciosa y enigmática antología compuesta por siete
relatos es ideal para todos aquellos que no hayan captado aún la grandeza de
este sublime nipón. Con esta antología puede que queden seducidos y entren a
formar parte de ese mundo “murakiano”
del que una vez conectas ya te es imposible salir; te conviertes en un
habitante de su “Despiadado país de las maravilla” y abandonas tu sombra en la
entrada de la ciudad. Murakami es como la tónica: cuando más lo pruebas, más te
gusta.
No
creo que a estas alturas de su carrera sea necesario presentar a este autor
japonés que ha saltado el abismo, y de ser un escritor de prestigio, ganador de
incontables premios (le falta el tan merecido Nobel) ha conseguido ser leído en
todo el mundo y sin combinar las superventas con la mediocridad.
Esta
antología voltea sobre la soledad de los hombres cuando han perdido a “la
mujer”, a esa mujer que ha marcado su vida. Bien podría haberse titulado
“Hombres con mujeres” ya que en cada uno de los relatos se destila un gran
respeto y amor al sexo femenino. Es un canto a la mujer, a nuestras
peculiaridades, diferencias, manías, cualidades y misterios.
Sus mujeres son corrientes,
algunas enigmáticas, recuerdos difusos de un pasado, mujeres que han
desaparecido de la vida de esos hombres que han quedado solos y viviendo con el
duelo de una huella imborrable; algunos esperando ese mañana en el que volverán
a verlas; otros enfrascados en la tarea de aprender a caminar sin ellas. Las
mujeres son, sin duda, las autenticas protagonistas de cada una de estas
historias.
Viviremos
desencuentros, infidelidades, amores imposibles e incluso metamorfosis
kafkianas, en las que la cucaracha realiza una mutación inversa y se despierta
convertida en Gregor Samsa, quien debe aprender a actuar como un humano y a
entender su relación con las mujeres.
Cada
historia te transporta a la música de las palabras del escritor, a su mundo de
cerezos en flor, te traspasa sus dudas, te invita a descifrar o a dejarte
llevar por ese realismo mágico a ritmo de jazz, y te regala imágenes de un
enorme sauce que refleja en sus hojas el paso del tiempo, de una gata que busca
cobijo en un bar de copas, del gran simbolismo de compartir una goma de borrar,
de una luna de hielo, transparente y dura que cada noche se derrite cuando toca
el mar.
En
Sherezade, relato que daría como ganador si la lectura de este libro fuese un
concurso, Murakami parece que se convierte en la narradora, en una enigmática
mujer que dos veces por semana va a la casa de un hombre solitario, le llena la
despensa de alimentos, se acuesta con él y, tras hacer sexo, le explica
historias que siempre deja inacabadas.
Es muy fácil sentirse ese hombre que no
sabemos qué le pasa, que no nos importa qué le pasa, pero, como él, queremos a
toda costa saber el final de esa historia. Murakami consigue transmitir al
lector el mismo deseo de ese hombre, nos arrastra a las páginas del libro y nos
convierte en un personaje más de su universo.
Ella, la mujer, fue una lamprea
en otra vida, nos cuenta, una lamprea que flotaba como las algas en el fondo
acuático. Adherida a las rocas, se balanceaba y escondida en las profundidades
observaba a las enormes tortugas, el pasar de los peces y con pensamientos y
sensaciones de lamprea disfrutaba de la luz que se filtraba a través de las
capas de agua dulce.
“Sólo los hombres sin mujeres saben cuán
doloroso es, cuánto se sufre por ser un hombre sin mujer. Por perder ese
espléndido viento de poniente. Por que te arrebaten eternamente los catorce
años. Por escuchar a lo lejos el lánguido y doloroso canto de los marineros.
Por hundirte en el oscuro fondo marino con los amonites y los celacantos… “
Griselda Martín Carpena
1-6-2015
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