Barcelona 21 de septiembre del 2009
Parece que la rutina se empeña en imponerse, pero de vez en cuando, la vida te regala días especiales aromatizados con sorpresa. Hace muy poco, me ocurrió, y pude conocer a la maestra, a Isabel Allende.
Hay señales que no solemos percibir y pasan por nuestro lado como invisibles, pero el día 21 de septiembre fui testigo de que si paramos a escuchar, a veces somos capaces de oír.
Nunca suelo mirar el buzón de la correspondencia, es una tarea que sin hablar le he cedido a mi marido, porque sé que le gusta llegar a casa con el montón de cartas, que suelen ser del banco, pero a él le gusta ese gesto y le cedo el gusto. A pesar de ello, la tarde del día 21, mis pasos se detuvieron ante el buzón y puedo asegurar que “sabía” que una buena noticia me esperaba dentro de ese cajón de metal que nunca observo.
Entre folletos de publicidad y sobres con el membrete del banco, había una invitación para la presentación de “la isla bajo el mar”. No puede ser, pensé, quizás presentan el libro, pero Isabel no estará…
Llamé al número de teléfono impreso en el tarjetón, para confirmar mi asistencia y pregunté si Isabel Allende asistiría. El sí, me despojó del cansancio de la jornada de trabajo y empecé a recorrer el pasillo de casa como una posesa, como suelo hacer cuando la adrenalina me atormenta. ¡Conocería a la maestra!
Dos horas antes, ya estaba con mi hija en la puerta de Random House y debido a ello, pude sentarme en la primera fila cuando empezó la presentación. He de decir que una duda me acompañó un breve instante. Cuando tuviera delante a la autora de unas novelas que me han hecho soñar, viajar por la Patagónia, llorar la falta de un hijo como propio, sentir incluso la necesidad de escribir… cuando la mujer empezara a hablar, ¿me desengañaría como otros autores?
Isabel entró en la sala, con su sonrisa franca y llenando el local con su presencia. La duda se disipó.
Es una mujer encantadora, espontánea, leal a sus ideas, a su obra y también he de decir que guapísima. Es la esencia de sus personajes. No defrauda en absoluto a ese sinfín de mujeres bravas que ha dado vida en sus novelas. Isabel es una de ellas.
Cuando llegó mi turno y esperé a que me dedicara su nueva novela, experimenté la sensación de que estábamos solas, realmente no vi a nadie a nuestro alrededor, como si el resto de personas se hubieran volatizado. Era nuestro momento. Era mi momento.
Entonces, superando la vergüenza que siempre me han inspirado los maestros, con voz que intenté modular le pregunté: Isabel, ¿me permites que te regale un libro? Me miró a los ojos y con una sonrisa respondió: Por supuesto.
Con voz bajita le aclaré que era mi novela y volviendo a sonreír me dijo; Aún más. Guardó “Mujeres en la sombra” en su bolso y marché corriendo hacia la salida.
En un momento bajé flotando desde Travesera de Gracia hasta Plaza Cataluña y hubiera seguido corriendo a no ser por mi hija que me hizo volver a la realidad. ¿Y si cenamos y dejas esa cara de satisfacción?
No sé si tendrá tiempo de leer la novela de una desconocida. Quizás la pierda. Quizás no le guste. Pero tengo que decir que ese susurro interior que a veces escucho, me está asegurando que deje ese agnosticismo que me engancha a la tierra, que me deje arrastrar por las señales. Nada ocurre por casualidad.
DEDICATORIA QUE LE HICE A ISABEL
Para Isabel,
Con toda la ilusión de una primera novela y el deseo de que “la maestra” la apruebe.
Un abrazo
Griselda
(Tu aprendiz)
ALGUNAS DE LAS IDEAS QUE INTERPRETÉ DE ISABEL
(Entrevistada por Pepa Fernández)
—No me desencanto de la gente porque no quiero perder el tiempo con tonterías. Personas que no merecen la pena, las dejo en el camino.
—No hay que regodearse de los malos momentos ni celebrar demasiado los buenos.
—Una vez intentó tomar clases de baile, pero cuando le dijeron que siempre guía el hombre, respondió que lo harían de forma alterna: una vez él y otra ella. Ante la insistencia de la maestra de que siempre guía él, Isabel dijo: No me parece justo. Aquel fue el final de sus clases de baile.
—Se considera feminista desde los 5 años de edad a pesar de que entonces no existiera un significado para esta palabra.
—No quiero que nunca me mande nadie.
—Lo más fácil de manipular es el miedo. Puso como ejemplo el atentado del 11 de septiembre en New York y todas las aberraciones que desde entonces hemos de vivir y… estamos consintiendo.
—Donde quieras que vayas llevas tu memoria, tu tierra.
—Hay que caminar pensando en lo que hemos avanzado y no en lo que queda por recorrer.
—Me aterra el poder con impunidad, por ello comento temer más a un policía que a un ladrón.
Vuelvo a reiterar que en este caso, la persona hace honor al autor, a sus personajes. Descubrí en Isabel la esencia de todas “sus mujeres” valientes, luchadoras, enamoradas del amor, de la vida y que a pesar de los avatares que se encuentren en su camino, siguen, se agarran con uñas y dientes a cualquier saliente y siguen, siguen…
Os confesaré un secreto: leí “Paula” una vez mi hijo salió del hospital por una enfermedad que “puedo decir” que ha superado, en ese momento tuve que guardar el libro. Luego lo leí y es una novela potente y la vez encantadora. Isabel describe el final de su hija y por supuesto de una parte de ella de manera tan hermosa que llegué a pensar: que bonito debe ser morir así, con tanto amor.
Una cosa más, “Paula” de mi novela lleva este hermoso hombre en recuerdo a su hija. Quizás por el intento de perpetuar..
1 comentario:
muy buena la historia...
me senti como si estuviera frente a un idolo y no saber si me va a defraudar o no.
Una pregunta...
por que seleccionaste ese libro para que te lo dedicara?
solo porque es el ultimo?
o de verdad te gusto?
conociendo las obras de Isabel, fue la que mas te gusto?
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