EL TIEMPO QUE NOS UNE
Autor: Alejandro Palomas
Editorial: Suma de letras
Primera edición: octubre 2011
Páginas: 576
ISBN: 9788483652527
Tras El tiempo del
corazón, el secreto de los Hofman y El alma del mundo, Alejandro Palomas nos
emociona, divierte, sorprende y, sobre todo, utilizando de manera subliminal
sus armas de buen escritor, consigue hacer despertar en el lector esos sentimientos
que la rutina de la vida o la dignidad mal planteada nos lleva a adormecer.
“El tiempo que nos une” es
un viaje que parte de Menorca, y que desde la isla del Aire nos desplaza a
Barcelona, Madrid y a Copenhague, ciudad que tras leer esta novela, y gracias a
Mencía, siempre imaginaré con casas sin cortinas en las ventanas y con una
Sirenita que ha perdido puntos frente a Úrsula.
Novela de vida y también
de acción, pero una acción que no consiste en la búsqueda de tesoros perdidos o
elixires de la inmortalidad, a pesar de que Laura Croft es un personaje de la
trama. La acción en este libro se basa en la esencia de la vida, del amor y del
desamor, de búsquedas y encuentros. También, ¿cómo no?, de pérdidas.
Cuatro generaciones de
mujeres son la voz de esta historia, narrando cada una de ellas los diferentes
capítulos. Sin hacer ningún tipo de alusión, el lector sabe si habla Lía o
Flavia, Bea o Inés y, por descontado, Mencía, el timón de este barco, el alma
del libro. Se entrelazan sus historias, sus sentimientos, sus problemas y
alegrías. Cada narradora es singular, con caracteres y deseos diferentes. Pasan
por momentos vitales. Unas veces huyen para encontrarse. En otras, volverán
para desaparecer.
Alejandro Palomas tiene un
estilo propio, envolvente, maestro en el uso
de los diálogos y que nos cautiva con las narraciones, en donde la
cadencia poética nos demuestra, una vez más, que la lírica bien utilizada
engrandece la novela. He aquí un ejemplo:
“Vuelve el silencio, un
silencio opaco que interrumpe sólo el clic clac de las teclas del portátil
contra este amanecer de otoño que se cuela por las ventanas. Y el mar, este mar
que se extiende hasta el infinito desde la ventana del dormitorio de mamá, como
una alfombra de lana gruesa y azul.”
“No están sus pasitos
cortos y arrastrados por el parqué, ni su bastón apoyado en cualquier parte, ni
ese olor a piel gastada persiguiéndome por la casa. Mamá no está y yo sí.
Curioso: ahora que se ha ido, vivo desde su no estar, enmarcada en su ausencia,
perdiéndome en mi no saber estar. Vago por la casa como una sonámbula, creo que
feliz, creo que ligera. Vacía, aunque vacía de ella. Hasta que vuelva.”
Mencía de 93 años es el
centro de la historia. Terror de los taxistas y médicos, lanza artillería
pesada con sus palabras. Sus verdades, soltadas sin filtrar y sus estratagemas
pérfidas provocan mareas de dudas en sus hijas, nietas y en las parejas de
todas ellas. A Mencía la adoras o huyes de su lado, para poder sobrevivir.
Flavia, su hija, la compara con un gran árbol:
“Es como uno de esos
árboles inmensos de raíces enormes que sólo dejan crecer a su alrededor lo que
vive del agua que ellos no aprovechan, pero que dan una sombra tan acogedora
que es difícil no sentirte bien a su lado.”
Y por ello, vuelven, todas
vuelven junto al árbol, porque Mencía es también como Menorca, pequeña, rocosa
y llena de rincones. Mencía es la sólida casa de todas las mujeres de esta
historia.
Sobre todo no hay que
dejarse engañar por la aparente placidez de esta novela. “El tiempo que nos une”
no sólo tiene la consistencia de una nube algodonosa, no es sólo un camino de
peladillas de colores, es un volcán construido con palabras, un volcán que
parece dormido, y aquí nos engaña el autor. Con cada párrafo te abrasa la lava
y sueñas, sufres, lloras con sus mujeres, con las que siguen, con las que
marchan. También ríes y desearías conocer a esa abuela que vestida con
leotardos negros sujetos con una goma naranja, se desprende de su visón raído y
es capaz de disfrazarse de Laura Croft para que sonría el pequeño Tristán.
Confieso que has vivido, Mencía.
Lo escribiré en la arena de una cala de Menorca.
Te lo prometo.
GRISELDA MARTÍN
CARPENA
10-1-2013
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