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sábado, 17 de marzo de 2012

DE SARKOZY A EPICURO









De niña, en esa etapa de nuestra vida en que el futuro se viste de incógnita y  aún creemos que los cuentos tendrán siempre un final feliz, tuve la suerte de pasar largas temporadas en Francia, en casa de un familiar apasionado por la filosofía, lector conpulsivo de ficción y hombre soñador: confiaba en el ser humano y vaticinaba un mundo mejor.

Me hablaba de un futuro que yo tendría la suerte de poder vivir, de un futuro donde el ser humano sería librepensador, donde las máquinas estarían al servicio del hombre y podríamos disfrutar de la era del ocio, de la era del placer.

Era una niña, me contagió su sueño y me lo creí.

Con el tiempo, dejé de leer cuentos y de admirar a la Bella Durmiente; no era más que una pusilánime que esperaba a que un príncipe actuara por ella. La realidad cambió otras percepciones y convirtió a mi héroe futurista en un soñador equivocado.



Aquel mañana idílico en que el ser humano habría aprendido de sus errores, en que las máquinas nos quitarían horas de la jornada laboral para poder vivir en harmonía y se podría disfrutar junto a los seres queridos de largas horas de placer, se está mostrando como un presente absurdo, estresante, desigual…, donde los soñadores tienen insomnio y los corruptos viven un dulce sueño.

Nos estamos cargando el planeta y ahogándonos en nuestros propios residuos. El estrés y el malestar se han integrado como una sombra en esta sociedad que parece anestesiada, sin capacidad para reaccionar ante barbaridades e injusticias que, por ser tan frecuentes, estamos añadiendo a la mochila de la rutina.


Algo no funciona.



Mi familiar admiraba a Platón, Epicuro, Julio Verne…,pero nunca imaginó que en el futuro, la cultura y la sociedad serían controladas no por grandes personajes, pensadores y humanistas, nuestro mundo mejor sería aniquilado y sepultado por una banca insaciable y por personajes como Berlusconi, Merkel, Sarkozy y otros tantos cerebros en quienes hemos depositado, ingenuamente, la solución de nuestros problemas.

Un grupo privilegiado, dicen que en hoteles de gran distinción, se dispuso a fabricar un gran monstruo, un potente fumigador de anestesia que nos dejara sin capacidad de reacción. Lo consiguieron y le llamaron crisis.

Con el engendro vivo, se propaga el miedo y, estupefactos y estáticos, observamos como ellos se condecoran con el derecho al todo vale. Rebajan sueldos, suben impuestos, Quitan viviendas, legislan leyes injustas…

El familiar que me explicaba cuentos en la infancia, comprobé que no era vidente, era un entrañable soñador. Si permaneciera en el mundo de los vivos, me gustaría preguntarle por qué sus vaticinios han sido totalmente opuestos.

Quizás su respuesta sería que aún no ha llegado el momento, que siga creyendo en el ser humano, que tras la noche siempre vuelve a salir el sol…

No sé. La Bella Durmiente, sigo pensando que era una imbécil, pero mi familiar al igual que Julio Verne, tal vez en un futuro, pueda tener la razón. Eso espero.



¿Despertaremos?

La solución radicaría en emprender un viaje inverso en el tiempo: de Sarkozy a Epicuro.

Julio Verne, sería capaz.

¿Nosotros?


GRISELDA MARTIN CARPENA
15-3-2010

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