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jueves, 25 de septiembre de 2014

EL EFECTO DEL ALETEO DE UNA MARIPOSA EN JAPÓN








Autora: Ruth Ozeki
Traductora: Mireia Carol Gres
Editorial: Planeta
1ª edición en colección Booket: mayo de 2014
510 páginas
Ilustración: Gaku Nakagawa
ISBN: 978-84-08-12734-5


            Escritora, directora de cine y ordenada monja budista en 2010, Ruth Ozeki es conocida tanto por su trabajo en publicidad y en el cine independiente como por su obra narrativa. A lo largo de su carrera ha recibido premios como el Kiriyama o el American Book Award. Además de “El efecto del aleteo de una mariposa en Japón”, es autora de “My Year of Meats y  All over Creator” (traducción, por favor…)
            Hija de padre norteamericano y madre japonesa, creció en Connecticut, EE.UU. Actualmente vive entre Nueva York y una pequeña isla de Vancouver, la Columbia Británica, exactamente como una de las protagonistas de la novela y que también se llama Ruth Ozeki.




            La Ruth Ozeki de la ficción es una profesora universitaria de literatura que vive en Vancouver con su marido, un entusiasta biólogo que se recupera en la isla de una enfermedad. Paseando una tarde por la playa, a la escritora le atrae un pequeño destello solar reflejado en una enorme maraña de algas que el mar ha arrojado sobre la arena. Casi pasa de largo, confundiéndolo con el brillo de una medusa agonizante, pero se detiene, aparta las algas y descubre una bolsa de congelados con percebes incrustados. Duda, pero al final se la lleva a casa. En su interior encuentra una fiambrera de Hello Kitty, el diario de la joven Naoko Yasutani, unas cartas escritas en francés y un reloj antiguo.



           
            En capítulos donde se alternan las historias de las dos protagonistas, el lector se va adentrando en los recovecos de las vidas de Nao y de Ruth, dos mundos separados aparentemente por el tiempo y la distancia. El hilo narrativo de la joven Nao se desarrolla a través del diario que va escribiendo desde su presente, un diario reciclado a partir de las hojas arrancadas de un libro de Marcel Proust, “ À la recherche du temps perdu”.

             “¿Tienes un gato y está sentado en tu regazo? ¿Huele su frente a cedros y a aire dulce y fresco?, pregunta Nao a ese posible lector, a ese ser-tiempo, que vive en el tiempo, es decir, tú, y yo, y todos los que existimos, o han existido, o existirán.”

            La adolescente habla en el diario de su vida, de sus problemas y también de su familia, en la que tiene un papel fundamental la vieja Jiko, de ciento cuatro años, monja budista, feminista y anarquista, personaje entrañable que vive en un templo abandonado de Sendai.

            En los capítulos centrados en Ruth se utiliza un narrador omnisciente con focalización interna. La escritora contagia a Oliver, su marido, con la  obsesión de saber el destino de la joven. ¿Habrá materializado sus ideaciones suicidas o será una filóloga francesa residente en Nueva York? ¿Tal vez el tsunami de Japón acabó con sus penas y sus sueños?

            Lectura inquietante, a momentos muy cruda y también divertida, en la que se puede experimentar una sensación que pocos escritores son capaces de conseguir: afirmo que he vivido dentro de las páginas de esta novela, en Tokio, en Vancouver, practicando zen con Jiko, rompiendo olas con Nao, buscando desesperadamente el gato de Oliver, junto a Ruth he traducido las palabras de su diario...



            Hay libros imposibles, otros pueden estar bien escritos, te distraen, pero hay algunos que te dejan en estado de flotación. Este es uno. Quise dilatar el tiempo para no acabar con la lectura, pero llegué al desenlace, un desenlace que se plantea muy difícil, pero Ozeki, utilizando el zazen, pienso que lo borda e introduce en la novela la magia de lo invisible. Como un ser-tiempo, acompañada en sus “sueños” por un cuervo japonés, tal vez modifique “los momentos”. Es un final abierto, en el que cada lector podrá seguir escribiendo las páginas de su propio diario y del diario de Nao.




            “Dicho esto, quiero decirte también que, si alguna vez cambias de opinión y decides que te gustaría que te encontraran, te estaré esperando. Porque me encantaría conocerte en alguna ocasión. También tu eres mi tipo de ser-tiempo.
            Tuya,
            Ruth

P.D.: En efecto, tengo un gato, y está sentado en mi regazo, y su frente huele a cedros y a aire dulce y fresco. ¿Cómo lo supiste?”

GRISELDA MARTIN CARPENA
20-09-2014


           


           


            

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