Título: Nunca me abandones
Autor: Kazuo Ishiguro
Traductor: Jesús Zulaika
Editorial: Anagrama
Páginas: 351
ISBN: 978-84-339-7274-3
Novena edición: septiembre 2013
“Nunca me abandones” ha
sido una de las pocas novelas que he leído, y han sido muchas, en que al llegar
al punto y final y cerrar el libro he quedado impactada, como en un estado de
hipnosis inducido por un torbellino de sentimientos, de dudas. Una sola palabra
lúcida se escribía en mi mente: Brutal. Han tenido que pasar unos días para
sedimentar las sensaciones,
analizarlas y poder escribir.
Su autor, Kazuo Ishiguro,
nace en Nagasaki el 1954 y se traslada a Inglaterra en 1960. Ha escrito seis
novelas, todas ellas publicadas en castellano por Anagrama: “Pálida luz en las
colinas” (Premio Winifred Holtby), “Un artista del mundo flotante” (Premio
Whitbread), “Los restos del día” (Premio Brooker), “Los inconsolables” (Premio
Cheltenlham), “Cuando fuimos huérfanos” y “Nunca me abandones”.
Novela distópica de Kazuo
Ishiguro, publicada en 2005. Fue nominada al premio Booker, para el premio Arthur C. Clarke y para el premio del Círculo de críticos literarios del Reino Unido. La
revista TIME la nombró la
mejor novela del año 2005 y la incluyó en su lista de las 100 mejores novelas
de habla inglesa del período 1923-2005.
Tras casi diez años de la
primera edición se sigue reeditando, creando nuevos adeptos, como ha sido mi
caso, y se ha convertido en novela de culto para los seguidores de un género
que nos asoma a ese futuro indeseable en que se podría transformar nuestra realidad.
“Mi nombre es Kathy H. Tengo
treinta y un años y llevo más de once siendo cuidadora…”
De forma intimista y directa, así empieza
la historia que narra Kathy, la voz de la novela, una narradora protagonista
que nos da la sensación de que nos cuenta un secreto, solo a nosotros, a ese
lector que se ha convertido en guardián de
su manuscrito. Con nostalgia y aceptación recuerda el pasado vivido en
Hailsham, cuando no sabía en qué consistía ser una cuidadora, cuando no sabía
que su futuro estaba planificado, cuando solo era una niña que jugaba, que a
veces dudaba y que bailaba abrazada a un cojín siguiendo el compás de la música
de su única casete: Nunca me abandones.
Conoceremos a Tommy y a
Ruth, sus amigos, a través de anécdotas divertidas, intrigantes, en el peculiar
internado, convencional y extraño donde se educan niños especiales, creativos,
sanos, sin padres, sin la opción de tener hijos…, como ellos. En forma de
pinceladas, Kathy nos habla de custodios, de alumnos, de La Galería, de posibles,
de donaciones… Al igual que ella y sus amigos, el lector va asumiendo esos
conceptos, sin entender al principio su significado… Seguramente sin querer
entenderlo. Igual que ellos.
Acaban sus estudios en el
internado de Hailsham y los trasladan a los Cottages, donde gozan de mayor
libertad a la espera de conocer su destino. El concepto de donación, de cuidador y
de completar van tomando significado
tanto para los personajes como para el lector. No se rebelan, tan solo desean,
imaginan unas vidas distintas, pero aceptan el camino que les han planificado.
Aman, sufren, sueñan…, pero han aprendido que la vida real no es para ellos.
En Norfolk, el lugar
"adonde iban a parar todas las cosas perdidas del país" y en el que
ocurre el desenlace de la novela, Kathy H. se detiene junto a una valla alambrada
de espinos donde se han enmarañado brozas y desechos.
"Pensé en todos aquellos
desperdicios, en los plásticos que se agitaban entre las ramas, en la
interminable ristra de materias extrañas enganchadas entre los alambres de la
valla, y entrecerré los ojos e imaginé que era el punto donde todas las cosas
que había ido perdiendo desde la infancia habían arribado con el viento."
GRISELDA MARTÍN CARPENA
4-5-2014
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