Autora: Hiromi Kawakami
Editorial: Acantilado
Traductora: Marina Bordas Montaña
267 páginas
ISBN:978-84-92649-62-4
“El cielo es azul, la tierra blanca” es
la primera novela traducida al español de la escritora japonesa Hiromi
Kawakami. Tras el éxito de esta obra, que obtuvo el premio Tanizaki y fue
llevada al cine, hemos podido seguir disfrutando de su escritura sutil e
impactante con “Algo que brilla bajo el
mar”, “Abandonarse a la pasión” y “El señor Nakano y las mujeres”. Todas
sus obras han sido traducidas por Acantilado.
A través de las acciones y
pensamientos de sus personajes y con la suavidad de la seda, la autora
nos muestra el Japón actual. Hiromi no dice, enseña a través de detalles, de
gestos, utilizando la naturaleza como un personaje más de la narración. Lo
importante, como un iceberg, se encuentra bajo las capas de hielo, dejando al
lector la libertad de explorar en lo oculto o, bien, tan solo dejarse seducir
por su escritura.
Midori Edo, el narrador, es un adolescente
que cruza la frontera hacia la madurez como un simple observador. Desde su nube
particular, pasa por la vida anclado a pequeñas rutinas. Vive en una casa
antigua y destartalada, con su madre Aiko, escritora freelance, y con una abuela
peculiar. El joven se queda perplejo cuando la abuela Masako le dice que no la
llame madre, que es Aiko quien ostenta esa categoría. Otori, el padre
biológico, entra y sale de la vieja casa y
del mundo de los Edo de forma anárquica. Para Midori todo es normal, él es
normal, su familia es normal, lo raro es normal... Es raro que siempre acabe
amaneciendo y que el sol siempre se esconda.
El microcosmos familiar lo comparte con el de sus amigos.
Mizue, su novia, una joven risueña que se siente desplazada por la aparente
frialdad de Edo. Hanada es el gran amigo. Si a través de la mirada de Edo se
nos muestra la historia de sus personajes y su compresión del mundo, es
realmente Hanada quien tira de la historia.
Hanada se siente pegajoso, enganchado a la sociedad y no
quiere fundirse con ella. Decide vestirse con ropas de mujer y sus amigos lo
acompañan a comprarse un uniforme marinero. Si es despreciado por los demás,
podrá volver a sentirse como cuando de niño subía a lo alto del ciprés del
Himalaya que había en el patio trasero de la escuela. Desde allá, podía
contemplar el cielo, los milanos, las afueras de la ciudad y ALGO QUE BRILLA
COMO EL MAR.
Llega el verano y los dos amigos se van de excursión a
las islas. Visitan un templo que hay en lo alto de la colina y recorren un
camino iniciático. A partir de ese momento nada será los mismo.
Todos los lugares son iguales, dice una habitante de la isla de Nozaki. “Una vez que conoces esta isla y el templo de
Okinoto, es como si ya conocieras todo el mundo. Deberíais subir al templo,
aunque solo fuera una vez. El mundo entero está en el camino que sale del
embarcadero, recorre la cresta y llega hasta el templo. Tal vez no, susurra a
continuación.”
Bella novela que bajo su
aspecto sencillo, escrita con frases cortas y sin artilugios grandilocuentes
que la autora no necesita en absoluto, esconde la esencia en lo “no dicho”. La
vida, el amor y la muerte se sugieren a lo largo de 267 páginas que te pueden
atrapar fácilmente y convertirte, como ha sido en mi caso, en una lectora
incondicional de Hiromi Kawakami.
El
detalle que Edo, apellido de la familia, sea el nombre de Tokio antes de la
restauración Meiji que sacó a Japón de un aislamiento que duró cerca de 250
años es un ejemplo de esos hilos profundos que el lector puede descubrir con la lectura.
GRISELDA MARTÍN CARPENA
3-8-2013
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